En un contexto de plena Guerra Fría, el ingles Stanley Kubrick (que ya venia de pegarla con Spartacus y Lolita) decidió escribir, junto con Terry Southern y basándose en la novela Red Alert de Peter George, y dirigir una comedia negra que tratara la paranoia que se vivía por esos días, donde tanto Estados Unidos como la Unión Soviética estaban en plena carrera armamentística, armados hasta los dientes y la amenaza de que se pudriera todo estaba a la vuelta de la esquina.
Así, armó la historia de un general de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, Jack D. Ripper, que concibe la idea de comenzar una guerra nuclear con la Unión Soviética para así impedir, según él, una conspiración comunista que incluye contaminar el agua para dañar el organismo de los estadounidenses. Sumido en su paranoia, Ripper va a ordenar a su escuadra nuclear de combate que bombardee los respectivos objetivos dentro de la URSS. Mientras tanto, en el Pentágono, el presidente (interpretado por el eterno Inspector Clouseau, Peter Sellers) y otros generales del país son informados sobre el plan de Ripper, y luego de que el ex nazi Dr. Strangelove (Sellers nuevamente mostrando su amplios dotes actorales) les confirme de la existencia de una máquina de destrucción masiva mundial que se activa si la Unión Soviética es atacada, van a hacer todo lo posible para evitar el ataque y la eliminación de todo ser viviente.
Esta película transcurre en solo 3 locaciones y no se necesita mas: la base militar donde esta Ripper, la Habitación de Guerra (War Room) del Pentágono donde esta el presidente y los otros generales y uno de los aviones que va a bombardear a los soviéticos con los militares que lo pilotean (en donde se encuentra, entre otros, un debutante James Earl Jones). Porque acá lo que brilla es el guión y las actuaciones. Kubrick demuestra que la comedia no le incomoda para nada y, con ayuda de Southern, nos entrega diálogos sobrepasados de humor satírico del bueno y escenas filmadas con gran timing cómico. Peter Sellers brilla en los 3 papeles que interpreta (también se lo puede apreciar como un general inglés de intercambio que intenta detener a Ripper en la base), sobre todo el personaje que le da titulo a la película, borrando toda duda de porque era el mejor de la época, y los secundarios no se quedan atrás, especialmente los soldados que manejan el bombardero y uno de los generales en la War Room cercano al presidente (un George C. Scott muy divertido, que luego pasaría a actuar en Platoon).
Dr. Strangelove seria la cinta que consagraría a Kubrick, dándole su primer nominación a Mejor Director en los Oscars y siendo su film con mas querido tanto por publico como crítica, considerada una de las mejores comedias del siglo, además de servir como aviso de que el tipo podía tocar cualquier género y salir ileso. Sin contar que pasaría a formar parte de la cultura popular con frases y escenas icónicas (no es necesario buscar mucho mas que en Los Simpsons para encontrar referencia sobre cierta escena con una bomba nuclear), siendo incluida en la primer tanda de películas selectas para preservar en el Registro Nacional de Cine en 1989.
No se pierdan este clásico. Que el blanco y negro no los asuste. En menos de dos horas van a ver una de las mejores sátiras políticas del siglo pasado, que nos hace preguntarnos hasta donde podemos llegar alimentados por la paranoia y como es el ser humano verdaderamente en situaciones determinantes. Además esta en Netflix, no tienen excusa.
Dr. Strangelove seria la cinta que consagraría a Kubrick, dándole su primer nominación a Mejor Director en los Oscars y siendo su film con mas querido tanto por publico como crítica, considerada una de las mejores comedias del siglo, además de servir como aviso de que el tipo podía tocar cualquier género y salir ileso. Sin contar que pasaría a formar parte de la cultura popular con frases y escenas icónicas (no es necesario buscar mucho mas que en Los Simpsons para encontrar referencia sobre cierta escena con una bomba nuclear), siendo incluida en la primer tanda de películas selectas para preservar en el Registro Nacional de Cine en 1989.
No se pierdan este clásico. Que el blanco y negro no los asuste. En menos de dos horas van a ver una de las mejores sátiras políticas del siglo pasado, que nos hace preguntarnos hasta donde podemos llegar alimentados por la paranoia y como es el ser humano verdaderamente en situaciones determinantes. Además esta en Netflix, no tienen excusa.